La presencia tiene que ver con ESTAR con todas nuestras capacidades en lo que se da AQUÍ AHORA.
Si yo buscara en mi historia personal algún momento en el que estoy presente viajaría a mi infancia. Aquellas situaciones en las que me abstraía y concentraba de tal modo que no existía el tiempo, el cansancio,ni nada más allá de lo que estaba haciendo. Las preocupaciones desaparecían. Mi cuerpo estaba atento, activo pero no había tensión esfuerzo, lucha ni cansancio. Mi mente estaba absorta en lo que se ocupaba, me sentía plena, ligera, tranquila…Coger peces en los charcos, por ejemplo... Esto lo volví a hacer con mi sobrino y volví a sentir lo mismo... ¿Recuerdan algunos momentos en los que tuvieron esa sensación? ¿Cómo era sentirse así?… El simple hecho de evocarla puede ser que nos aporte cierta calma…
Los estudios dicen que cuando nuestra mente y nuestro cuerpo están ocupados en la misma actividad la sentimos como más placentera. En la infancia la estructura cerebral inmadura nos facilita estar en el presente. A medida que crecemos nuestro cerebro madura, nos permite prever el futuro y recordar el pasado, crear con más complejidad. Esto es un recurso y, a la vez, nos puede impedir y/o dificultar nuestra vida.
La dificultad para estar con plenitud en el presente es, en parte la que nos ocasiona el estrés. Situaciones en las que estamos angustiadas pensando en lo que nos queda por hacer, en vez de estar en lo que estamos haciendo. El sufrimiento que nos ocasiona la ansiedad al pensar/sentir que no podemos con algo que, en ocasiones no ha llegado. Nos despista de lo que podemos hacer aquí ahora. Cuando estamos hablando con alguna persona y te dice: ¡No me estás escuchando!
En todas ellas, y por distintos motivos, nos vamos del PRESENTE, distorsionando nuestra presencia para irnos al pasado o al futuro. Esta capacidad, estar aquí ahora, se puede entrenar y conlleva constancia.
Podemos elegir una tarea diaria en la que vamos a romper el automatismo. Cambiar el trayecto al trabajo o al supermercado, fregar la loza prestando atención a los movimientos que realizamos.
La meditación y la respiración son herramientas potentes que nos pueden ayudar. Dedicar diez minutos al día a observar sin más como se mueve un objeto, como es...por ejemplo, nos ayuda a desarrollar la atención plena. Practicar un tipo de respiración profunda.
Los pensamientos que nos secuestran nos exigen ser atendidos. Dedicarles un tiempo específico nos tranquiliza. Apuntar lo que tenemos pendiente para que no nos asalten cada poco.
En este momento, en nuestras vidas…
¿Qué hacemos con presencia?
¿Qué pequeñas cosas nos proporcionan placer?
¿Qué actividad quiero entrenar para desarrollar mi atención plena?
Los pequeños gestos no solucionan el problema, crean estados óptimos para poder afrontarlos desde una actitud más resolutiva, más consciente y creativa. Desde una mirada más amplia, desde el optimismo y las ganas de solucionar, no secuestrados por el miedo. Son un soplo de aire puro para tomar fuerzas y seguir.
NOTA: Si la situación te desborda, se mantiene más tiempo del deseado y las personas que te rodean no te ayudan como necesitas. Es el momento de plantearse consultar con un especialista de la psicoterapia.