¿Cuántas veces has dejado de hacer algo que te hacía bien porque no te apetecía?
¿Cuántas veces nos proponemos instaurar un hábito saludable y lo dejamos?
Hacer un esfuerzo cuando uno no se siente con ganas o fuerzas es costoso. La explicación que solemos darnos al respecto es justo lo que influye en el resultado final, que no es otra cosa que la conducta.
Tendemos a centrar la causa del abandono en la motivación: “como no tenía ganas.... pues no fui.” Le atribuimos unos poderes casi mágicos a las ganas o motivación, pero, ¿te has planteado cómo y de qué dependen esas ganas?
La motivación o voluntad suele sentirse como casi un don que no depende de mí y que si parece... ¡eureka! ... ¡qué suerte! cruza los dedos para que venga esa inspiración y ya haces todo lo que te propones.
Seamos realistas …lo cierto es que las ganas se hacen. Uno mismo es el que tiene que hacer cosas para que las ganas vayan apareciendo. Cuando empiezas a hacer algo que, no te apetece mucho (no está en tus conductas habituales) lo que ocurre es que obtienes una serie de consecuencias inmediatas (casi siempre deseables) tras realizar ese comportamiento, y esto, fortalece esta respuesta, haciendo más probable que vuelvas a repetirla en otra ocasión.
Así. cuantas más veces lo hagas, más beneficios encontraras y la conducta irá formando parte de tu repertorio, llegando a convertirse en un hábito.
Cada vez que haces algo a tu favor, por poquito que sea. Esto te genera una “energía” o “beneficio” que después podrás reinvertir en tu hábito. También pasa, al contrario, muchos asuntos inconclusos o cosas pendientes que se quedan sin realizar, hace que haya una fuga de “energía” o tenga “perdidas” y te cuesta más dar el siguiente paso.
En realidad, la motivación es un proceso interactivo que va en dos direcciones: “cuanto más lo hago, más ganas tengo” y cuantas más ganas tengo, más lo hago”.
Si tienes una serie de objetivos que parece que por más que lo intentas no consigues, o que parece que nunca es el mejor momento, las instrucciones que tienes que darte a ti mismo tiene que ir en esta línea: “haz, a pesar de las circunstancias”. “Hazlo sin ganas “.
Este es el primer escalón para ponerse en marcha, así que súbelo.
Afortunadamente, está en tu mano.
¿Empezamos?