En la adolescencia, la persona comienza a separarse del mundo familiar de la infancia, buscando su personalidad, sus herramientas para vivir, sus límites y los de los otros, sus propios apoyos, etc., que pueden o no coincidir con los que nos trasmite la familia, pero que para encontrarlos, es necesario tomar distancia y experimentar.
Es importante que el acompañamiento en esta etapa contribuya a generar seguridad y confianza, para que el proceso de independización se produzca de forma paulatina y armónica, y que el adolescente pueda ver esta relación como un lugar al que volver en momentos de necesidad.
En este sentido, hay habilidades que podemos utilizar para generar y mantener un vínculo afectivo que resulte eficaz en este acompañamiento.
- Habilidades de comunicación:
- Escuchar. Todos necesitamos sentirnos escuchados, aún más un adolescente que está descubriendo nuevas oportunidades en el mundo y nuevas inquietudes personales.
- Saber decir “no” y realizar críticas al comportamiento, no a la persona.
- Expresar halagos, valorar esfuerzos y logros.
- Mostrar interés, realizar preguntas para comprender, sin que se convierta en un interrogatorio.
- Demostraciones de afecto aceptadas por ambas partes, de forma que no suponga una invasión.
- Respeto hacia la persona, reconocimiento de su potencialidad.
- Dar responsabilidades adecuadas a su edad y madurez, pedir su cumplimiento y valorar la realización.
- Establecer límites claros y ser coherentes con la causa por la que se instauraron.
La cercanía y la calidez en la relación no está reñida con la firmeza y los límites, todos estos aspectos ayudan a generar un clima de confianza y seguridad, en el que el adolescente se puede apoyar para continuar con su desarrollo evolutivo.